sábado, 25 de septiembre de 2010

En boca cerrada....

De las muchas cosas que me disgustan de mi personalidad hay una que me molesta especialmente. Es esa manía de hablar sin parar que tengo. Siempre que mantengo una conversación con alguien tengo la sensación de que estoy hablando demasiado. Lo hago casi sin darme cuenta y no puedo evitarlo. Y es que cuando hablas sin parar pueden pasarte varias cosas. Es posible que hables de más, es decir, que acabes contando cosas que no deberías, traicionado la confianza de alguien contando algún secreto o exponiendote demasiado a la opinión de los demás, contando alguna cosa demasiado íntima. También puedes acabar ofendiendo a la otra persona, con algún comentario fuera de lugar. El caso es que siempre acabas arrepintiendote de alguna de las muchas cosas que has dicho. Me gustaría ser una de esas personas que sólo hablan cuando es necesario y no aburren a los demás hablando de cosas que no interesan a nadie. Una de esas personas que piensan las cosas antes de decirlas y escuchan a los demás dejándolas hablar. Puede que en ocasiones sea bueno ser transparente, hablar claro, y dejar que la gente te conozca, pero a veces preferiría ser más reservada, para no tener que arrepentirme nunca de mis palabras. No se... supongo que ya estoy hablando demasiado...

2 comentarios:

Tresmasqueperros dijo...

Amén. Aunque mejor un término medio... A veces una avalancha de palabras puede ser maravillosa... otras, un simple suspiro, puede destrozar un silenco que estaba resultando maravilloso...

Andrés Manuel Jiménez Ballesteros dijo...

Me encanta como escribes. Conocí tú blog buscándole a mi hijo un capítulo de Dora la exploradora que se llama Planeta Morado. Un saludo y sigue escribiendo.